RECUERDOS
Valencia Cádiz
Las Palmas Sidi Ifni.
La aventura de aquella Mili que al final se
convertiría en una terrible odisea
comenzó en Valencia de donde salimos con destino Cádiz. El tren era de aquellos
con bancos de madera en ángulo recto enfrentados aunque casi no los usamos pues como el tren paraba
en todas las estaciones( porque era lo normal y por ir recogiendo reclutas) nos
apiñábamos en la ventanilla así las “chavalas” que estaban en el andén salían
bien piropeadas… o salvajemente aduladas. Decir como excusa a tanta fogosidad
que los vagones estaba repletos de
reclutas de 20 años.
Llegamos a Cádiz, tras
muchas horas de tren, nos dirigieron al cuartel de transeúntes que estaba
situado en una fortificación a orillas del mar donde nos emplazaron en un
amplio “dormitorio” con colchonetas en el suelo. Algunos olores pueden
determinar el lugar, en este caso era de
pies, de ventosidades, de alientos de colchonetas de paja ya antigua,
olía a cuartel
que sería lo propio de la mili que comenzaba.
Estuvimos
unos días pateando la ciudad esperando embarcar rumbo a Las Palmas Algo que recuerdo que me pareció curioso fue
que en los bares compartían el local con
pescaderías donde comprabas las quisquillas
que llevabas a la barra del bar para adjuntarlas a la bebida.
Llegó el día de embarcar
y nos agruparon en la bodega de un buque de transporte de carga que se
llamaba Vicente Puchol . Lo terrible fue meterse en el
Atlántico con mar gruesa. Aquel barco era poca cosa subía y bajaba a capricho
de las olas se escoraba a izquierda y a
derecha. Yo había hecho alguna travesía en barco y más o menos lo toleraba aunque estaba “acojonado” pero la
visión de la mayoría era dantesca (muchos eran la primera vez que veían el mar)
los vómitos estaban por doquier, los rostros amarillentos, rendidos, se
deslizaban por el suelo por el
movimiento del barco, yo recuerdo haberme sujetado a unos tubos junto con
otros. Llego un momento en que el mar se
había tranquilizado un poco y nos hicieron subir a cubierta donde nos dieron
algo de comer. Aquello ya era otra cosa. Pasaron un par de horas cantamos alguna que otra canción pero… parece
que los mando querían “putearnos” pues
nos dijeron de coger la maleta y estar preparados porque en alta mar
íbamos a hacer un transbordo a un guardacostas de la armada
Aquello ya
era otra cosa. Pasaron un par de horas
cantamos alguna que otra canción pero… parece que los mando querían “putearnos”
pues nos dijeron de coger la maleta y
estar preparados porque en alta mar íbamos a hacer un transbordo a un
guardacostas de la armada. Así que llego
se acercaron ambos, el guardacostas era másel guardacostas era más alto y lanzó unas redes de asalto
hasta la cubierta del Vicente Puchol, los barcos igual estaban juntos que se
separaban.
Habría que imaginarse como subimos a la otra cubierta por una red de asalto y con una maleta. Lo hicimos, y conforme íbamos terminando la escalada nos amontonaron en una bodega donde uno vomitaba encima y el de bajo en la cara del otro. Recuerdo que unos marineros con una manguera nos baldearon, después nos dieron unas toallas y una vez presentables nos dieron muy bien de comer, bebida y tabaco. Habíamos pasado una primera fase con aprobado, todo fue ya hasta una aventura memorable. Llegamos a la isla de Hierro y nos dejaron bajar a tierra a estirar las piernas un rato.
Habría que imaginarse como subimos a la otra cubierta por una red de asalto y con una maleta. Lo hicimos, y conforme íbamos terminando la escalada nos amontonaron en una bodega donde uno vomitaba encima y el de bajo en la cara del otro. Recuerdo que unos marineros con una manguera nos baldearon, después nos dieron unas toallas y una vez presentables nos dieron muy bien de comer, bebida y tabaco. Habíamos pasado una primera fase con aprobado, todo fue ya hasta una aventura memorable. Llegamos a la isla de Hierro y nos dejaron bajar a tierra a estirar las piernas un rato.
Llegados a Las Palmas nos agruparon en un cuartel donde
ya empezamos a tener que ir
asimilando la disciplina de cuartel. Pasado unos días embarcamos de nuevo en un
barco de la armada que nos tenía que llevar al fin del destino, Sidi Ifni
(capital del territorio, de Ifni)
Desembarcar
en Sidi Ifni era
harto difícil. No había puerto y el mar en la playa estaba casi siempre cabreado
con enormes olas, así que estuvimos un par de días para “desembarcar”
A la tragicomedia del viaje le faltaba la
“guinda”. Tres días después de estar fondeados a más de un Km. de la costa
decidieron como forma habitual el acercar unos viejos anfibios y desde el
costado del barco lanzaron unas redes de asalto hasta la cubierta del
anfibio que bailaba al son
de olas, de nuevo había que bajar con la maleta (yo como otros usamos
la correa para llevar la maleta de
bandolera), alguna que otra caída algún que otro hueso roto. Llegar a la playa
y
tocar tierra tenía que hacerse con el agua hasta la rodilla y bien mojado
para al fin ¡SIDI IFNI!
Fue en 1963 que decidieron tras algún que otro accidente
mortal trasladar la tropa en avión
Adolfo
Adolfo
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