Este simpático artículo, que con un tono de humor ofrece un relato que nos puede hacer reflexionar, esta copiado
DEL BLOG DE JUAN CONEJO
La futura Historia de España.
Cuando se estaba hablando de la reforma del Estatuto catalán
y las cosas del señor Mas---el que se pensaba que no debía aprobarse desde
Madrid---, me eché una noche en la cama sin muchas ganas de dormir, y me tuve
que levantar para ver si leyendo algo, me llegaba el sueño. Para ese fin cogí
uno de mis libros favoritos: un viejo libro de “La Historia de España”.
Y releyéndole por enésima vez, por fin me llegó el sueño. Y
soñé. Baya si soñé.
No sé cómo, pero yo
me encontraba en el salón se mi casa con Juvencio, un gato muy inteligente que
tengo.
Me anunciaba en mi
sueño el gato Juvencio, que, aprovechando la debilidad producida por tal
fragmentación, nos conquistarían los musulmanes (que antes ya habrían llegado a
miles en cayucos hasta nuestras costas tras un efecto llamada socialero meterse
hasta la cocina) y con muy mala leche.
Y riéndose el muy
ladino de Juvencio, me decía que las feministas no podrían ni salir de sus
casas para asistir a alguna manifestación acorde con sus idearios.
Pero me decía el gato Juvencio que cree que después de todo,
y cuando pasen otros más de mil años, lentamente todo se iría arreglando porque
siempre habría algún príncipe de sangre real (igual se llamaría Pelayo), que se
haría fuerte en Asturias e iniciaría de nuevo otra Reconquista. Cuando ésta
concluyera, afirma el gato sabio, que sólo habría dos grandes comunidades
autonómicas: una en el Este hacia el Mediterráneo y otra que comprendería el
Sur, las dos mesetas y los territorios atlánticos y cantábricos.
Entonces, se casarían
el presidente de una de las comunidades y la presidenta de la otra, o los dos
presidentes o las dos presidentas, lo cual sería posible según una antigua ley
de comienzos del siglo XXI. De este modo se lograría la unidad nacional y
surgiría de ella un nuevo estado que se llamaría España II.
Ante tan peregrinas
como infundadas previsiones, me desperté con un sobresalto y entonces
desapareció de la escena el gato Juvencio que me estaba haciendo imposible un
sueño tranquilo. Claro que bien pensado, si ese gato existiese en realidad, lo
mejor sería que le matriculase en un centro docente para gatos que le
garantizara como a los niños de ahora, el que no se tenga en el futuro ningún
conocimiento sobre temas históricos.
No se nos puede dejar solos........
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