RECUERDOS
El
amigo perdido en diciembre del 57
recuperado 56 años después
Ifni marzo de 1957.
Normalmente eran destinados a
Ifni por sorteo 50 “mozos” de cada provincia. El grupo de valencianos ya
habíamos pasado el “trágico cómico” desembarco en la playa de Sidi Ifni.
Desembarco, que se hacia bajando por una red de asalto tendida desde la borda
del barco que nos transportaba a cubierta de de una barcaza anfibio, tenia uno,
con la maleta prácticamente en la “boca” bajar agarrado a la red, ante un mar cabreado que hacia que tanto el
barco como el anfibio, estuvieran en un tétrico
y continuo baile, tanto se abrazaban, como se separaban, subían o bajaban. Algún
hueso roto si hubo. No recuerdo bien el año en que decidieron transportar a la
tropa en avión.
Ya en tierra, mojados pero
contentos de haber superado aquella prueba subimos la cuesta que nos llevaba al
Grupo de Tiradores de Ifni, donde era
nuestro destino. Tras un buen corte de pelo y una ducha, nos pusieron una vacuna
con una jeringa que la recuerdo enorme, seguidamente nos trasladaron al
campamento de reclutas.
Es aquí donde comienza
verdaderamente el relato de mi recuerdo. La vacuna empezó hacer su reacción.
Alta fiebre y colitis. Estábamos alojados en grandes tiendas de campaña en
grupos de unos doce al mando de un auxiliar que no era mas que un veterano con espíritu militarista al que teníamos que
obedecer como si de un oficial se tratara así, que en un estado de malestar
general había que hacer la instrucción y se hacia.
Cuando nosotros ya habíamos pasado la “crisis”
llegaron los vascos, algunos asignados a mi tienda. Ocurrió algo que me marco
para bien o para mal parte de la mili,
uno de los vascos José Gigante Bellón, estaba con la “reacción” y sufría
una colitis que le hacia salir de la tienda con una cierta frecuencia, como a
las diez de la noche se tocaba silencio, se apagaba una especie de candil que teníamos
en la tienda, Gigante había salido con su colitis y al entrar en la tienda
estaba desorientado para extender su colchoneta a obscuras, yo encendí un
mechero con intención de ayudarle y el
auxiliar me dijo que se había tocado silencio y el que no pueda hacerse la cama
que se joda, yo continué ayudando a Gigante, el auxiliar se avalazo sobre mi y
me dio un “guantazo” mi reacción fue la propia lo cogi del cuello y me acorde
de toda su familia, al final nos separaron y volvió la calma (eso creí).
Al día siguiente nos hicieron
formar a todo el campamento en la explanada y en el centro el teniente Atienza comenzó hablado
del ejercito , de la obediencia a los
mandos, de la blasfemia, para terminar gritando ¡ Adolfo Cano! ¡Un paso al frente!
¡A
la cocina a pelar patatas para todo su servicio militar! Lo de la noche anterior se le había
transmitido al teniente. Puedo decir o al menos creo, que el teniente Atienza,
que era el teniente comandante de mi compañía (la 23) me apreciaba un poco, (seguramente
por ser uno de los pocos que sabia hacer la “o” en un canuto, pues había mucho
analfabetismo) y estuvo obligado a dar ejemplo. Pasaba de vez en cundo por la
cocina donde a los pocos días me
encontraba divinamente, comiendo y bebiendo de lo mejor. Al mes aproximadamente
en una de sus visitas por la cocina me dijo que me integrase a lo compañía.
Antes dé, me había otorgado la oficina cosa que perdí.
José Gigante también me
visitaba con frecuencia en la cocina primero para agradecerme mi buena intención
y ya posteriormente con una relación de buena amistad que continuo cuando me
incorpore a la compañía. A él le dieron como destino la oficina del juez
militar
El mito aquel, de que cada provincia española tiene una
singularidad en su forma de ser, constate
ser una realidad ya que en Ifni convergimos 50 de cada provincia. El carácter
vasco encontré que era el más abierto, mas sincero mas amigo de los amigos. Así
me lo demostraba Gigante que era de Bilbao o Fuentes de Portugalete
La amistad con José Gigante
Bellon se convirtieron en pocos meses en lazos de hermandad (suele ocurrir en
la”mili”) bajábamos a tomar “chiquitos”compartiamos
el paquete que llegaba de
casa, jugamos al ajedrez en uno de esos pequeños tableros donde se introducen
las figuras en pequeños orificios. Sin lugar a dudas la “mili”es la fragua donde
se forja amistades que duran una vida
Ocurrió que el 23 de
noviembre, aunque éramos de la misma compañía José pertenecía a otra sección y a partir de ese día no supe mas de él,
aunque pregunte, con el lío de la guerra nadie sabia de nadie, con dolor lo di
por muerto o “desaparecido”
Según me contó, cuando
salimos en la columna de rescate hacia Telata lo hirieron en una pierna, estuvo
en la enfermería de Telata y de rgreso a Sidi Ifni lo metieron en una
ambulancia con dos heridos mas, los moros que estaban cabreados como siempre y
de una forma cobarde, tirotearon a la ambulancia y mataron a los dos heridos
que iban con el y al conductor. Cuando alfin llego al hospital de Sidi Ifni los médicos consideraron que había que
amputarle la pierna y por esto lo mandaron con urgencia al hospital de Las Palmas.
Me dijo: “Mira Adolfo, en el avión, iba contento, porque aunque me amputaran la
pierna salía vivo de aquel infierno”.
En una conferencia sobre la
guerra de Ifni que dí en Elda un mes después de la llamada de José, llore
recordando al amigo, su desgracia y el infierno que fue aquella nefasta y extraña
guerra
Adolfo
Estimado Adolfo:
ResponderEliminarSeguramente se deba a tu noble alma de artista, el que veas más trágicos aquellos momentos, que indudablemente lo fueron.
Yo caí herido de gravedad perdiendo un pie y pasé al extinto Cuerpo de Mutilados. Me pudo pasar en Madrid bajo las ruedas de un tranvía.
Posiblemente tu amigo vasco tenga una historia parecida a la mía.
Un abrazo