RECUERDOS

RECUERDOS…….. Era sobre la primera semana de diciembre de 1957. Estábamos en la montaña desde el primer día del conflicto, ya se había establecido una primera línea “provisional” y aunque todo era muy duro, parecía que había una cierta relajación en lo de combatir. Seguían esas guardias de dos horas, (dormir 2 horas, guardia 2 horas)
que cuando te tocaba sustituir a los centinelas avanzados a 50 m. fuera de primera línea, se tenía que hacer con cierta cautela, porque el agotamiento hacia que alguno, aun con el miedo ante aquella peligrosa soledad, se quedase dormido con el dedo en el gatillo y cuado llegabas sigiloso al relevo, en su despertar, te pegaba un tiro que tenias que evitar.
Éramos pocos para cubrir mucha línea. Por ese tiempo, vino una bandera de la Legión que vimos con alegría desde la montaña como entraban, con ese marcial paso de legionario, hasta el acuartelamiento de Tiradores, Posteriormente nos dimos cuenta que la mayoría eran reclutas. (Seguramente por la urgencia de mandar tropa de refuerzo).
Era…sobre la primera semana de diciembre. Se nos acerco el sargento ( la 23 compañía del IV Tabor de Tiradores, el sargento creo recodar que se llamaba Otero) pidiendo voluntarios para bajar al pueblo y aunque uno sabia aquello de “voluntario ni a una paella” el salir, aunque fuese un rato de aquella horrorosa posición, me hizo dar el paso al frente. Sin saberlo, se estaba organizando la operación Netol para liberar el puesto avanzado de T´Zelata. Nos bajaron en un camión hasta las caballerizas, allí nos asignaron un mulo a cada uno cargado con armamento pesado al que había de subir al puesto de mando en la montaña.
Yo sabía que existían los mulos, pero nunca había visto uno de cerca, menos aun hacerme cargo de él y conducirlo hasta el puesto de mando. Mejor me hubiera quedado pues aquello para mí fue muy “jodido”.

Se hablo de que algunos se dieron un tiro en un dedo del pie para salir de allí (por el número, hizo sospechar al mando militar que investigaron) y que al tal sargento Otero, lo mato un centinela al no dar el santo y seña.

Salimos al día siguiente muy de mañana, nos dieron la guarnición completa, una cantimplora de agua, una lata de sardinas otra de carne, unos botines de tela con suela de esparto, la guarnición completa eran 20 o 25 Kg. a la espalda y adelante. Nos dijeron que íbamos a liberar a nuestros compañeros sitiados. Se formo una columna de rescate importante, no recuerdo cuántos y quienes, pero si que venía el comandante cura de Tiradores y cuando nos disparaban los moros y la columna se resguardaba, él quedaba alguna vez de pie gritando ¡Cerdos! ¡Cabrones!
La resistencia del cuerpo humano es, en muchos casos desconocida y también los cambios de mentalidad ante el llamado espíritu de supervivencia, donde uno mata hasta con rabia y un cierto contento de no haber sido él. Los 20kg.
cargados a la espalda se convirtieron a la primera hora de marcha en una carga insoportable, pero ocurría que cuando sonaban los “pacos” (se decía así por el sonido del disparo,” PAM”cuando te disparaban y “CUM” cuando pasaba por encima de la cabeza. Las balas peores eran las rebotadas que sonaban como “abejorros”y hacían mucho destrozo) desaparecía el cansancio y con gran agilidad se buscaba uno un sitio para atrincherarse hasta que se limpiaba la zona por la compañía de vanguardia o retaguardia
Recuerdo algo, que dentro de mi propia batalla por eliminar de mi mente aquel pasado por higiene mental, no conseguí borrarlo. Es algo que, aun hoy, conservo aquella visión. Fue en camino a T´Zelata, una sección de mi compañía
tenia que eliminar un emboscado, que en una cueva ya había herido mortalmente a uno de los nuestros y tenía a toda la columna parada. Un pelotón (en el que iba yo) consiguió acercarse por un lateral y tiramos al interior de aquella cueva, bombas de mano (calculamos 9 bombas de mano). Cuando entramos la visión fue dantesca, pero lo que mas perdura en mi mente, es que había un macuto con un pan salpicado de sangre, nos lo repartimos entre los tres que entramos y lo comimos sin limpiar y con avaricia, para que no nos vieran los demás. No recuerdo bien si esto ocurrió al ir o al volver, pero sí que llevábamos casi dos días sin comer, que estábamos hambrientos, agotados, embrutecidos. Nunca he encontrado la respuesta, otra, de que el individuo debe sufrir en ciertos momentos y en situaciones determinadas una cierta metamorfosis, contribuyendo a ello supongo, elementos como la adrenalina y las hemorfinas del propio organismo ya que uno, tiempo después no se reconoce.


Adolfo Cano Ruiz
Tiradores de Ifni IV Tabor 23 CIA. 1957-58

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