IFNI 1957 58
Yo volvía cojeando, por un mortero”moruno”caido cerca, me hizo caer de espaldas sobre unas rocas que me causaron una rotura fibrilar y un derrame interno en la parte posterior del muslo derecho (aun hoy introduzco los dedos en la rotura) Era al atardecer, seguramente por estar “caliente” la zona dañada, aunque con dolor podía andar con dificultad. Ocurrió, que llegados a un gran valle, el mando decidió el que la columna reposase mas o menos una hora. Mi problema vino cuando de nuevo tenia que reanudar la marcha.
Era ya de noche y la temperatura había bajado, hacia frío y caía una pequeña llovizna por lo que al enfriarse la zona afectada e intentar seguir a la columna no podía. La columna se alejaba y yo quedaba solo. Dicen que el organismo es capaz de crear unas hermorfinas de superior efecto que la morfina, yo lo puedo certificar porque ante el terror de quedarme solo con los moros acechando cojeando y apoyándome con el mosquetón como muleta conseguí agregarme a la columna con bastante ligereza. Llegamos a “casa”creo que el 6 de diciembre (mi padre falleció el 3 de diciembre estando yo en plena Operación Netol, lo supe unos días después y por supuesto no tuve permiso) yo cojeando, pero vivo recuerdo que la alpargata derecha (la de la pierna jodida) que estaba rota la tenia envuelta con un turbante que encontré
Llegamos al Bulalam detrás de la primera línea, puestos que habíamos dejado hacia unos días, nuestro estado era lamentable y el agotamiento nos salía por todos los poros, más, cuando uno se sentía seguro (que es cuando el chip de la alerta se apaga y sale lo que contenía)
Recuerdo al teniente Atienza (Teniente Comandante de la 23 CIA que había quedado en custodia del Grupo de Tiradores) llegar a la zona de pie en un jeep que llevaba una gran cacerola de buen café y botellas de coñac. La verdad que se repartió en abundancia y nos devolvió algo de vida.
Yo encontré una hendidura en el suelo donde el cuerpo se adaptaba con una cierta comodidad y me quede dormido.
Al día siguiente al despertar me di cuenta que había llovido por la noche y toda la posadera la tenia en un charco que se había formado en la hendidura que también me había acomodado. La suerte fue que salio el sol y que tenia 21 año. Ni un triste resfriado y la pierna aunque con un gran moratón me molestaba menos.
JUVENTUD DIVINO TESORO
JUVENTUD DIVINO TESORO
Adolfo Cano
Magnífico relato de tus recuerdos personales de esta ignorada guerra.
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